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¿En qué se parecen el miedo a volar y el miedo a los tiburones?

11/6/2020

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A mi hijo Pablo no le gustan los tiburones.
A mí, como animales, me fascinan.
Ahora que lo escribo, pienso que tal vez sea una secuela del oposicionismo madre/hijo que arrastramos desde la pre-adolescencia.
 ¿Quién sabe?
 
El caso es que, según él, les tiene pánico.
A mí tampoco me gustaría toparme un tiburón blanco, ni desde una jaula como las que usan los turistas “intrépidos” en Ciudad del Cabo.

El miedo de Pablo a los tiburones, le mantiene lejos de las playas, del Mediterráneo…
 
No si ya sé, en el mar no hay fronteras, no hay límites ni redes que interpongan una barrera entre su cuerpo serrano (en este caso valenciano)  y el terrible depredador y nunca se sabe…
 
Ya.
 
El caso es que tener miedo a los tiburones y limitar tu vida a no poner un pie en la playa es una opción, una elección entre tantas otras que tomamos en la vida.
¿Que su mundo es más estrecho porque en él no caben las costas del mundo mundial?
Pues mira, todavía le queda mucho territorio para vivir una vida plena, satisfactoria y llena de significado.

Y me dirás, ¿y si tuviera una novia a la que le encanta ir a la playa, navegar y que elige sus destinos de vacaciones buscando los mejores spots para bucear.
 
¡Ay!
 
Ahí sí duele, ahí sí, el no gustarle los tiburones puede convertirse en un problema para él. Tener que renunciar, limitarse en sus decisiones porque el miedo manda.

Ese si es un problema.
​
Y ese es el quid de la cuestión.
 

Limitaciones tenemos todos, más o menos evidentes, más o menos llamativas o conocidas.

El problema surge cuando lo que queremos, aquello que hace que, cuando nos metemos en la cama por la noche sintamos satisfacción, se vea limitado porque tenemos miedo, porque tu mente te dice “No, yo no puedo, nunca podré decirle a mi padre que abandono la carrera de Derecho”.
 
Que te aterran los aviones.
 
 ¿Y qué?
 
¿Que no vas a ver a tus padres/hijos, que te has privado de un viaje a Samarcanda, que has renunciado a un ascenso en tu carrera porque implica desplazarse por avión, que todos los años la elección de las vacaciones se ha convertido en un pulso con tu familia porque tiene que ser a un punto accesibles por medios terrestres?
 
Aquí todavía no tienes un problema.
 
Sólo si, tus padres/hijos te importan, si Samarcanda es tu destino soñado, si el ascenso es deseado y deseable y las necesidades de tu familia significan algo para ti, entonces ahí, si tienes un problema.
 
Una limitación no es un problema.
 
No vale la pena estar con la lupa diseccionando lo que es de cuerdos, bueno y sano y lo que es de locos, malo y patológico.

Si cuando te pones a mirar hay cosas que no te gustan, pero no te impiden avanzar en tu vida y vivirla como más te gusta y quieres, si me preguntas te diría “adelante”. Sigue.

Pero si notas que el peso con el que cargas te mantiene atascado/a, te impide avanzar, si me preguntas te diría: “creo que con eso te puedo ayudar”.

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