Tal vez conozcas gente así, que van al mar y sólo ven agua. Cuando no se pasan el día quejándose de lo lejos que está, de la fealdad de los edificios, de lo que nos ha costado aparcar, del calor que hace, de la cantidad de gente que hay “Y total para tener que chuparme el atasco de vuelta a Madrid”…
Como dice mi amigo Juan: hay personas que, para cada solución, tienen siete problemas. ¡Qué lata! Pensando en ellas se me ha ocurrido este post y me han entrado ganas de compartir este ejercicio: ¡Say Yes! No te creas que es mío, lo he tomado de un curso que he terminado recientemente, ACT Immersion, en el que Stevens Hayes1 vuelca más de 30 años de investigación, docencia universitaria y práctica clínica. Me parece poderoso y me gusta usarlo. Yo te propongo hacerlo y tú decides si te apetece o no. Puedes empezar ahí donde estés, está bien. Echa un vistazo a tu alrededor y a medida que tus ojos caen sobre cualquier objeto, árboles, cielo, personas, animales… nota que sientes mirándolos desde el punto de vista del “no”. La perspectiva del “No” significa que eso que estas mirando “No es bueno, no está bien, es insuficiente”, “Tendría que cambiar”, “Es inaceptable”. Simplemente mira una cosa y adopta el enfoque del “no”, luego pasa a otra y haces lo mismo una y otra vez. Ponte una alarma en el móvil y durante un par de minutos practica esta visión. Repite ahora el escaneo, pero esta vez desde la perspectiva del “sí”. La perspectiva del “SÍ” significa “Está bien”, “Es justo como tiene que ser, no tiene que cambiar” o “Puedo permitir que sea como es”. Simplemente vete mirando a tu alrededor, párate en un objeto con el enfoque del “SÍ”, luego pasa a otro y sigue así durante un par de minutos. Mira a ver si puedes sentir algo diferente frente al mundo del “sí” y frente al mundo del “no”. Tómate un poco de tiempo, mira si puedes notar si te han venido sensaciones, pensamientos, emociones diferentes. ¿Te atreves a representar con una postura física la postura del “Sí” y la del “No”? Tal vez para eso necesites algo de intimidad y no lo puedas hacer ahora. Pero ahí te lo dejo. En un futuro, en vez de hacerlo con los objetos que están cerca de ti, puedes pasar a hacer este ejercicio cuando se presenten pensamientos, emociones, impulsos o recuerdos difíciles. Con la práctica empezarás a notar cuando estás atrapado en el ciclo del “No”, incluso reconociendo las señales físicas que adoptas con tu cuerpo. Así te será más fácil desengancharte y pasar de forma consciente a la postura del “Sí”. Darte cuenta de qué lado de la raya estas, esta simple información, puede marcar la diferencia entre entrar en piloto automático o parar para elegir qué o cómo hacer. Por ejemplo, si eres de los que siempre están viendo la botella medio vacía y sintiendo que lástima porque si la bebo se va a terminar, puedes practicar a parar y probar a saborear lo que bebes, buscar compañía o con un buen libro, sentarte delante de la TV o mirando el mar y tal vez veas algo más que agua. Si quieres compartir conmigo tu experiencia escríbeme a amor.gonzalez@lyceefrancaismoliere.es
0 Comentarios
Peut-être que vous connaissez des personnes comme ça, qui vont à la mer et qui n’y voient que de l’eau. Quand ils ne passent pas leur temps à se plaindre : « Qu’est-ce que la mer est loin, qu’est-ce que les immeubles sont laids, qu’est-ce qu’on a eu du mal à se garer, qu’est-ce qu’il fait chaud, qu’est-ce qu’il y a comme monde…. Et, en plus, je n’ose pas imaginer les embouteillages pour rentrer sur Madrid! » …
Comme le dit si bien mon ami Jean: il y a des personnes pour qui chaque solution a sept problèmes. Quelles plaies! C’est en pensant à elles que j’ai eu l’idée d’écrire cet article et que j’ai eu envie de partager cet exercice: Say Yes! Ne pensez pas que c’est le mien, je l’ai pris d’un cours que j’ai récemment terminé, ACT Immersion, lors duquel Stevens Hayes1 partage son expérience de plus de 30 années de recherche, d’enseignement universitaire et de pratique clinique. Il me semble très intéressant et j’aime beaucoup l’utiliser. Je vous propose simplement de le faire et vous êtes libre de décider si vous en avez envie ou pas. Vous pouvez commencer là où vous êtes, c’est bien. Jetez un œil autour de vous et, au fur et à mesure que vos yeux tombent sur n’importe quel objet, arbres, ciel, personnes, animaux…. prenez note de ce que vous ressentez d’un point de vue du “Non”. La perspective du “Non” signifie que ce que vous êtes en train d’observer “N’est pas bon, n’est pas bien, est insuffisant”, “Ça devrait changer”, “C’est inacceptable”. Regarder tout simplement une chose et adoptez une approche du “Non”, passez ensuite à autre chose et répétez l’opération encore et encore. Mettez l’alarme de votre téléphone portable et pratiquez cette vision pendant quelques minutes. Répétez maintenant cette numérisation, mais, cette fois-ci depuis la perspective du “Oui”. La perspective du “Oui” signifie “C’est bien”, “C’est exactement comme ça doit être, ça ne doit pas changer” ou “Je peux permettre que ce soit comme ça”. Tout simplement, regardez autour de vous, arrêtez-vous sur un objet avec l’approche du “Oui”, et passez ensuite à un autre objet et continuez ainsi pendant quelques minutes. Allez voir si vous pouvez sentir quelque chose de différent face au monde du “Oui” et face au monde du “Non”. Prenez votre temps et observez si vous pouvez ressentir si vous avez eu des sensations, pensées, émotions différentes… Oseriez-vous représenter par une attitude physique la posture du “Oui” et celle du “Non”? Vous avez peut-être besoin d’un peu plus d’intimité et vous ne pouvez pas le faire maintenant… Mais, la décision vous appartient… À l’avenir, au lieu de faire cet exercice avec les objets qui sont proches de vous, vous pouvez le réaliser lorsque des pensées, des émotions, des pulsions ou des souvenirs difficiles se présentent à vous. Avec la pratique, vous commencerez à vous rendre compte lorsque vous êtes attrapé dans le cycle du “Non”, y compris, vous reconnaîtrez les signes physiques que vous adoptez avec votre corps. Il vous sera ainsi plus facile de vous en décrocher et de passer d’une façon consciente à la posture du “Oui”. Cette simple information, se rendre compte dans quelle bande vous jouez, peut marquer la différence entre entrer en pilotage automatique ou s’arrêter pour choisir quoi et comment faire. Par exemple, si vous êtes de ceux qui voient toujours la bouteille à moitié vide et qui ont de la peine parce que si vous la buvez elle va se terminer, vous pouvez vous entraîner en essayant de savourer ce que vous êtes en train de boire, chercher de la compagnie ou, un bon livre, vous asseoir devant la TV ou regarder la mer… qui sait, peut-être que vous y verrez un peu plus que de l’eau. Si vous souhaitez partager avec moi votre expérience, n’hésitez pas à m’écrire à : amor.gonzalez@lyceefrancaismoliere.es ¿Te ha pasado alguna vez?
Te has propuesto firmemente hacer algo del tipo “Esta vez es la buena, de verdad, va en serio”. Como, por ejemplo: salir a pasear, hacer dieta, ejercicio, estudiar oposiciones, hacer la tesis, arreglar un armario, pasar la ITV, reanudar el contacto con aquella amiga con la que tenías tan buena relación, hacer seguimiento de los gastos de la casa, ir a ver a tu madre a la residencia… Pero no lo has cumplido. Y no porque para ti esos objetivos hayan perdido su valor sino porque una y otra vez, cual Sísifo y su pesada carga, haces una y otra vez lo mismo: procrastinar, o sea, aplazarlo. Dejar para mañana lo que quieres/debes hacer hoy. A muchos nos parece realmente estúpido y sin sentido cuando vemos como otra persona procrastina (nuestro hijo, marido, mujer, hermano, amiga…) y nos decimos: “¡Cómo no se dará cuenta! Con el coste que tiene para él/ella”. Pues les pasa a ellos lo que me pasa a mí, tal vez también a ti. Mi mente super-todo-poderosa (a partir de ahora mente STP) —que todo lo sabe y que me lleva guiando por el camino de la vida en muchas ocasiones con acierto— me da razonables razones (y aquí sí vale la redundancia) para convencerme de que, en ese caso, es mejor dejarlo para otro momento. Para mañana, para cuando no llueva, no haga frío o calor, para por la tarde, para esta noche, para después de terminar de ver la serie X, para cuando tenga ahorrado lo suficiente, para cuando haya adelgazado 5kilos, cuanto tenga trabajo o me haya jubilado… O un sinfín de argumentos de peso pesado: “¡Y por qué tengo que llamarla yo si ella no me llama!”, “Total si no lo vas a conseguir”, “Ya lo has intentado y mira cómo te ha ido”, “¡Ja! ¿Qué quieres volver a ponerte a dieta otra vez?, Me río, con lo poco que vas a durar…. Anda, tira para la cocina que nos esperan unas natillas de chocolate que están buenísimas…” O si no, amablemente te sugiere que lo pongas en la lista, que ya es interminable, de “Cosas que hacer”, en una libreta con una frase super, requetemotivadora de Mr. Wonderful tipo “tu puedes” escrito en rosa. El corolario es inapelable: un “ahora no” más que justificado. Me quito de delante algo que supone un desafío, que me reta a salir del camino bien conocido de lo que hago habitualmente, de esa zona de confort que aprieta, pero no ahoga. Si miras con atención, verás que eso que no haces o dejas de hacer, lleva dentro alguna semilla amarga: impaciencia, pereza, incertidumbre, miedo.
Ya está: han pasado los 4 jinetes del apocalipsis arrasando, menudo ventarrón han levantado y no queda nada o muy poco de lo te habías propuesto. ¿Cómo lidiar con esos poderosos caballeros? Bueno, esa es otra historia de la que te seguiré contando en otro post, que este ya me ha salido muy largo. Y ahora la píldora psicoeducativa: Cuando empieces a notar la urgencia, el miedo, la incertidumbre, la pereza… probablemente estés tocando algo valioso para ti. Lo que nos la trae al pairo nos deja indiferentes. Ni entra en nuestros planes, ni nos hace sentir culpables por no hacerlos. * Los cuatro jinetes del apocalipsis: guerra, muerte, hambre y esperanza. En esta lista hay algo que puede resultar contradictorio ya que, para muchos de nosotros, la esperanza es algo positivo, el clavo ardiendo al que nos agarramos cuanto todo se derrumba alrededor. Sin embargo, acogernos a la esperanza —en algo que no está en mis manos— nos orienta a la pasividad, que es algo así como apostar en las carreras por el caballo muerto. La esperanza puede tornarse en una poderosa trampa. Est-ce que ça vous est déjà arrivé ?
Vous êtes-vous déjà fermement proposé de faire quelque chose du genre: “Cette fois-ci, c’est la bonne, vraiment, c’est du sérieux”. Par exemple : aller faire une promenade, suivre un régime, faire de l’exercice, se présenter à un concours, préparer une thèse, réparer une armoire, passer le contrôle technique de la voiture, renouer avec cette amie avec laquelle vous aviez de si bonnes relations, assurer le suivi des dépenses de la maison, aller rendre visite à votre maman à la maison de retraite…. Mais, vous n’avez pas pu accomplir votre engagement… Et, ce n’est pas parce que ces objectifs ont perdu de leur importance mais, parce que, encore et encore, tel Sisyphe et sa lourde charge, vous faites encore et encore la même chose: procrastiner, c’est-à-dire, le repousser à plus tard. Reporter au lendemain ce que vous voulez/devez faire aujourd’hui. Pour beaucoup d’entre nous, cela nous semble réellement stupide et dénué de sens lorsque l’on voit comment les autres procrastinent (nos enfants, époux, épouse, frère, sœur, ami, …) et l’on se dit à soi-même : “Comment fait-il pour ne pas s’en rendre compte ? Avec l’importance que ça a pour lui/elle”. Et bien, ce qui leur arrive et aussi ce qui m’arrive, à moi, et ce qui peut aussi vous arriver, à vous…. Mon esprit super-tout-puissant (à partir de maintenant, esprit STP) – qui sait tout et qui me guide sur le chemin de la vie, et bien souvent avec sagesse – me donne des raisons raisonnables (et ici la redondance est valable) pour me convaincre que, dans ce cas, il vaut mieux le laisser pour un autre moment. Pour demain, quand il ne pleuvra pas, quand il ne fera pas froid ou chaud, dans l’après-midi, dans la soirée, après avoir terminé de regarder la série X, lorsque j’aurai économisé suffisamment, lorsque j’aurai maigri et perdu 5 kilos, lorsque j’aurai un travail ou lorsque je serai à la retraite… Ou, un torrent sans fin d’arguments de poids lourds: “Et pourquoi je devrais l’appeler si elle, elle ne m’appelle pas!”, “Tu parles, tu ne vas pas réussir”, “Tu as déjà essayé et regarde ce qui s’est passé”, “Ah ! Ah! Tu veux encore te mettre au régime ?, J’en rie d’avance… ça ne va pas durer…. Allez, vas à la cuisine, il y a des crèmes au chocolat qui sont trop bonnes…” Ou sinon, avec amabilité, il vous suggère te l’ajouter à la liste, qui est déjà interminable, des “Choses à faire”, dans ce carnet accompagné d’une phrase écrite en rose et vraiment super, hyper motivante de Mr. Wonderful, du genre “Tu peux le faire”. Le corollaire est sans appel: un “Pas maintenant” plus que justifié. Je me débarrasse de quelque chose qui suppose un défi, qui me pousse à m’éloigner du chemin bien connu de ce que j’ai l’habitude de faire, de cette zone de confort qui nous serre mais sans nous étouffer. Si vous observez avec attention, vous remarquerez que ce que vous ne faites pas ou que ce que vous cessez de faire, porte en son intérieur une graine amère : impatience, peur, paresse, incertitude.
Voilà ! Les 4 cavaliers de l’Apocalypse sont passés, en rasant tout sur leur passage, quelle poussière ils ont soulevé et il ne reste plus rien, ou presque plus rien, de ce que vous aviez envisagé de faire. Comment faire face à ces puissants cavaliers? Ça c’est une autre histoire que je vous raconterai prochainement dans un autre article car celui-ci est déjà un peu long… Et maintenant, la pilule psychoéducative: lorsque vous commencez à sentir l’urgence, la peur, l’incertitude, la paresse…. Vous êtes probablement en train de toucher quelque chose de précieux pour vous. Les choses dont l’on se moque nous laissent indifférent. Elles ne font pas partie de nos projets et nous ne nous sentons jamais coupable de ne pas les faire. *Les quatre cavaliers de l’Apocalypse: guerre, mort, famine et espoir (conquête). Dans cette liste, quelque chose peut paraître contradictoire puisque pour beaucoup d’entre nous, l’espoir est quelque chose de positif, le clou ardent auquel nous nous accrochons lorsque tout s’écroule autour de nous. Cependant, nous accrocher à l’espérance – à quelque chose qui n’est pas entre nos mains – nous oriente vers la passivité, vers quelque chose comme miser aux courses pour le cheval non-partant. L’espoir peut devenir un terrible piège. |