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"Esto no va a funcionar, lo mío no tiene arreglo."

15/6/2018

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-No puedes cambiar tu destino de un día para otro, pero puedes cambiar tu dirección de un día para otro. -Jim Rohn.
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Muchos pacientes llegan a terapia con la idea de que "Esto no va a funcionar", "Lo mío no tiene arreglo" o "Ya lo he intentado todo".
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Afortunadamente, desde ACT concebimos los pensamientos desde la función que tienen -es decir, qué efectos producen en nuestra vida,  para qué sirven o qué conseguimos con ellos- y no en términos de si una afirmación es cierta o falsa, optimista o pesimista, positiva o negativa, apropiada o no.

Si piensas que la terapia no es para ti, tal vez te pueda servir empezar a mirar a tus pensamientos como lo que son, pensamientos. Observalos en vez de dejarte engullir por ellos. Siéntate a la orilla del río de tu mundo interior y mira lo que te trae: la emoción de "Tengo miedo de que tampoco esto funcione", el pensamiento de "Para qué hacerme ilusiones", el sentimiento de impotencia, de tristeza, la sensación de agotamiento...

Una manera muy fácil y poderosa de observar tus pensamientos es escribiéndolos, poniéndolos delante de ti. Con ello ya ganas en perspectiva y los cosificas: pensamientos, sentimientos, emociones, son productos de tu mente y si bien cuentan cosas de ti, no son tú. 

Te invito a que redactes una lista lo más exhaustiva posible con todas tus objeciones y preocupaciones en torno a la terapia: "Ya lo he intentado antes", "No puedo hacerlo, es demasiado duro para mí", "Eso es una mierda", "Tengo un diagnóstico de depresión, trastorno de ansiedad, dolor crónico...”, “Estoy demasiado mal para que funcione", "Tengo demasiado dolor",  "Mi vida no tiene arreglo", "Los psicólogos son unos cantamañanas…
 
No voy a ser yo quien intente convencerte de lo contrario. Entonces, ¿qué?
 
Veamos, ¿qué está pasando aquí? Tu mente te está intentando ayudar, te aconseja "Cuidado, no vayas a gastar tiempo, dinero, energía e ilusiones". Y no hay nada que yo pueda decir, ni que tú puedas hacer, para que tu mente deje de ofrecerte consejos. 

Pero, mira bien tu lista, lo que has escrito. Esos pensamientos van a estar ahí y van a volver a aparecer de forma recurrente así que tendrás que elegir cómo vas a responder.
  • Opción 1: te rindes y dejas que tu mente dispare y decida por ti, abandonas la partida.
  • Opción 2: te pones a discutir con tu mente, buscas pros y contras, razonas con ella e intentas que cambie de opinión.  Dejas que el tiempo pase y te enredas. Te advierto, va a ser difícil convencer a tu mente y más pronto que tarde volverá a las andadas.
  • Opción 3: dejas que tu mente diga lo que quiera, opine lo que le dé la gana y trabajemos con ella en equipo para construir para ti una vida mejor, incluso con todo eso que te dice tu mente, con todo eso que tienes escrito delante de ti en estos momentos.
​
La elección es tuya. 

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La trampa de la felicidad

14/6/2018

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“Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo y entonces después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados porque los hijos no son lo suficientemente grandes y pensamos que seremos más felices cuando lo sean. Después de eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo (a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados."
​
La felicidad es el camino. Eduardo Galeano

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Para vender libros se necesita un buen título, algo que llame la atención, que tenga gancho, nos atrape y nos mueva las manos para cogerlos de la estantería desde la que nos llaman. "La trampa de la felicidad" tiene esa virtud, nos reta con su paradójica afirmación: ¿cómo trampa y felicidad van juntos? 

Irónicamente la felicidad se ha convertido en la trampa en la que nos ha cazado la psicología positiva y sus propuestas. Nos ha llenado los estantes de libros de auto-ayuda y las consultas de psicólogos y psiquiatras de personas desorientadas cuando no perdidas en un mar de dudas, preocupaciones,  malestar que no consiguen quitarse de encima.

¿Y si el problema no fuera el malestar? ¿Y si fuera que no hay nada que hacer con el malestar? ¿Y si la duda, la ansiedad, el dolor, la tristeza, ... fueran emociones que nos acompañan a lo largo de nuestra vida y  tenemos que aprender a vivir con ellas sin intentar quitárnoslas? ¿Y si el problema no fueran las emociones y pensamientos dolorosos que nos amargan la vida, si no lo que nosotros hacemos intentando quitárnoslos?

Hemos asociado felicidad a sentirnos bien, a ausencia de malestar y enfocamos nuestras acciones a evitar sentirnos mal en vez de focalizarnos en aquello que realmente nos importa, una vida llena de significado y sentido.

Si sentirse bien fuera la base de la felicidad, los drogadictos serían las personas más felices del mundo, pero lejos de esto han hipotecado su vida en pos de un espejismo.

Pero, ¿qué es lo que realmente nos importa? Esta pregunta aparentemente obvia encierra un importante reto personal. Nos sitúa frente al espejo en el que, cuando nos miramos, se abre un abismo de dudas, un oscuro mundo de interrogantes que dan miedo. Y el miedo genera malestar por lo que pasamos rápidamente de puntillas, sin parar a ver reflejada nuestra imagen, en busca de buenas sensaciones que nos hagan sentir felices.

En "La trampa de la felicidad", Russ Harris va desgranando esta y otras paradojas que nos resultan contra-intuitivas por el peso cultural con el que cuentan,  que a muchos aplasta. 

Como diría Stevens Hayes, "sal de tu mente y entra en tu vida", mueve los pies o las manos y hazte con él. Si te encuentras estancado, con dudas, malestar... estoy segura que te va a resultar útil.


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0 contenciones

7/6/2018

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Apoya, colabora, difunde. 

​Lo que en otros países está prohibido por ley y la ONU califica como tortura, se sigue practicando en los hospitales psiquiátricos en España.

La contención mecánica es una práctica común en las unidades de psiquiatría que consiste en atar a una persona a la cama con correas, sujetándola de la cintura, muñecas y tobillos, para impedir que se mueva libremente.

La persona puede permanecer atada durante horas o incluso días, dependiendo de la decisión del personal sanitario. La contención en el estado español se suele practicar de forma opaca y no controlada (no es posible acceder a registros por unidades donde se explique quién es atado, por qué, durante cuánto tiempo ni cómo) y en caso de secuelas graves o mortales, queda impune.
Este tipo de medidas son innecesarias y dañinas, y es por eso que deberían ser eliminadas.

¿Hay alternativas a la contención mecánica?

Por supuesto. Siempre hay alternativas a atar a otro ser humano, tal como se ha demostrado en los lugares donde se ha decidido eliminar la contención: Islandia, Reino Unido, Mendrisio (Suiza) o Trieste (Italia). Escucharnos, abrazarnos si lo necesitamos, tranquilizarnos mediante palabras o gestos, permanecer cerca o dejar que nos calmemos solos en un entorno tranquilo que nos dé seguridad. Acompañarnos en nuestra crisis hasta que ésta se apacigüe. En casos extremos la contención física puede hacerse con el cuerpo (siempre que sea de forma respetuosa), nunca con correas y siempre durante el menor tiempo posible. Queremos llamar la atención sobre la llamada “contención química”. Es decir, suplir las correas físicas por altas dosis de fármacos sedantes que paralizan nuestros cuerpos y nuestras mentes poniendo en grave riesgo nuestra salud y nuestra vida. El uso de una medicación que no es parte del tratamiento habitual de la persona, para limitar su movimiento o controlar su conducta, no es una opción. La salud mental tiene que ver con las emociones y las relaciones. Las medidas coercitivas que nos aprisionan destrozándonos física y mentalmente no tienen nada que ver con la palabra “salud”. Por supuesto que hay alternativas a la contención mecánica. Al fin y al cabo, lo único imprescindible para no atar a nadie es elegir no hacerlo. Entendemos que tomar esa decisión puede no ser fácil, pero sí que está al alcance de cada servicio de salud mental y de cada profesional que trabaje en él.​

En la web tenéis un folleto con más información, que podéis descargar, imprimir, utilizar y difundir libremente para contribuir a sensibilizar sobre estas prácticas y hacer de la contención mecánica algo del pasado: 
http://0contenciones.org/…/que_es_la_contencion_mecanica.pdf
#0Contenciones
colectivolocomun@gmail.com

Texto copiado de la web www.0contenciones.org
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Luchar contra la ansiedad o crónica de una batalla perdida. Primera parte

6/6/2018

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​Imagina que vas por un campo lleno de hoyos, corriendo,  con los ojos vendados y un hatillo con una pala dentro. Inevitablemente, tarde o temprano caes en un pozo. No te gusta estar allí, así que empiezas a explorar, a palpar las paredes y no encuentras salida. Recures a lo que tienes, tus manos, la pala y te pones a cavar, empiezas lentamente y según va pasando el tiempo con fuerza y vigor. ¡Quieres salir de este maldito agujero! Te encuentras bien porque estás haciendo algo para resolver tu problema y eso te tranquiliza. Pero pasa el tiempo y cada vez hay menos luz, el cielo se aleja y el hoyo es cada vez más y más profundo. Cuando alguien se asoma al pozo, le pides una pala más grande, pero aun así no consigues salir. Piensas: “seguro que voy a necesitar una pala mecánica de esas grandes que emplean para hacer carreteras en el Amazonas”. Y un día te encuentras sentado en la consulta del psicólogo pidiéndole que te ayude a quitarte esta ansiedad, que ya no la quieres, que no puedes vivir mientras te sientas así, que “este infierno, no hay quien lo aguante”.
​
De pequeños aprendemos a alejarnos de las situaciones peligrosas y de aquello que nos puede generar dolor o malestar, nos enseñan a no meter los dedos entre la puerta y el marco, o en los enchufes, nos enseñan a no andar por las vías del tren. Nos quedamos anclados en el uso de estas estrategias de evitación y huida y las empleamos cuando queremos alejarnos de nuestro mundo interior, pensamientos inoportunos (no lo voy a conseguir, soy un fracasado…), recuerdos dolorosos (abandono, malos tratos, pérdidas…), emociones desagradables (culpa, celos, ira, tristeza…), imágenes (mi padre pegando a mi madre…) o sensaciones molestas (taquicardia, náuseas, mareos, sudoración…). A pesar de no funcionar, persistimos en lo que hacemos,  cronificando el problema e hipotecando nuestra libertad y lo que realmente queremos como vida.

Sentados en la consulta del psicólogo, esperamos que se ponga en marcha la maquinaria salvadora, es decir esa que nos quite el malestar, la ansiedad que nos atenaza, ese miedo que nos atemoriza, y por fin liberarnos para poder vivir en paz.

Puede que encontremos con un psicólogo “raro” que nos pregunte ¿Y cavar, para que te ha servido? Mientras estabas cavando, ¿qué te has perdido? Y si vemos con tus ojos, desde tu experiencia de años y años cavando, ¿dónde te ha llevado?, Crees que, ¿si la solución estuviera en cavar, no hubieras salido ya?,
Y si cavar te tranquiliza ¿qué crees que va a pasar si sueltas la pala? ¿Estarías dispuesto a soltar la pala?

¿Soltar la pala? ¡Hay que estar loco para ir al psicólogo y querer seguir con el malestar!
​

(to be continue)

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