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Memento Mori

29/5/2020

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Deberíamos vivir con una ventana abierta a un cementerio. Michel de Montaigne
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Vivimos como si fuéramos inmortales.

¿Quién se levanta cada mañana con sentido de finitud?

Que levante la mano y que tire la primera piedra. Aunque duele, nos haces un favor, como cuando te limpian una herida con agua y jabón.

¡Gracias!

Cuando los generales romanos desfilaban por las calles de Roma después de un éxito militar, un siervo les iba susurrando “Memento mori”, recordándoles su condición de hombre y las limitaciones de la naturaleza humana: “Recuerda que eres mortal. No eres un Dios, no eres eterno”.

Se abolió la servidumbre y, tanto los generales como el resto del común de los mortales, nos las tenemos que apañar solitos. Sin nadie que nos recuerde que tenemos fecha de caducidad.

Tenemos que encontrar nuestro sitio en el mundo.

Y encajar en el tiempo del que disponemos, aquello que realmente queremos hacer: vivir, conocer, experimentar, ensayar, probar, descubrir, percibir, sentir, crear, investigar, intentar…
 
Palabras todas que son verbos de acción, todo ello requiere un propósito.
 
No confundir acción con agitación, moverse de un lado para otro, estar continuamente en movimiento o planificando, programando, proyectando con la lengua fuera y la mirada clavada en un mañana y/o en un después.
 
Porque hacer con propósito requiere una dirección, y por eso hay que plantearse: ¿Hacia dónde me voy a mover?
 
Cuando formulo esta pregunta a las personas que me consultan, normalmente se produce un momento incómodo. Los segundos se alargan, el silencio se estira, el eco me devuelve mi propia voz.
 
Momento de gran soledad.
 
Este hito es para mí es el más delicado y difícil de abordar.

Las personas tienen menos dificultades para hablar del pasado que abordar lo que quieren para el futuro. Te cuentan su "vida perra", se detienen en los momentos más duros y escabrosos, admiten lo inconfesable y más, revelan sus miedos, dudas, frustraciones y sufrimiento con infinidad de detalles y anécdotas.
 
Para muchos, mirarse el ombligo o al pasado, a lo que pudo ser y no fue, resulta más fácil que afrontar el presente y levantar la vista para otear el horizonte.
 
Si lo tienes claro, clarísimo, meridianamente claro, lo que sigue no va para ti.
 
A falta de siervo que te recuerde “Mira detrás de ti. Y recuerda que eres un hombre, no un Dios”, tal vez te pueda ayudar la siguiente cuenta:
  • Esperanza media de vida del español: 83 años, 85,8 si eres mujer (aquí los meses cuentan y mucho).
  • Multiplícalo por 52, las semanas del año, obvio.
  • Réstale a ese resultado la cantidad de semanas ya vividas.
  • Resultado: Lo que te queda de vida, tu Capital Vital.
 
¿Te queda poco o mucho?

Tenemos poco control sobre esto. Pero lo que sí podemos decidir es cómo lo queremos aprovechar.

¿En qué quieres invertir tu mayor riqueza?

¿A qué consejeros te quieres encomendar?
​¿El miedo, las dudas, la preocupación por lo que pueda pasar, la vergüenza, el remordimiento, la culpa…? A esperar a tener hijos, a divorciarte, a tener un trabajo, a acabar la carrera,  a adelgazar 20 kilos, a ahorrar para mañana…
 
¿Cómo te va con ellos?
 
No doy consejos, pero tal vez te pueda ayudar, orientar, guiar en la búsqueda de amueblar tus semanas con aquello que realmente tenga sentido para ti.

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Jugando al escondite

25/5/2020

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No hay peor ciego que el que no quiere ver.
​Refrán popular
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​Esta mañana, mientras desayunaba, me quedé de piedra escuchando las noticias.
Una entrevistada contaba cómo en su tienda entran personas sin ningún tipo de cuidado y que, cuando les recrimina la necesidad de mantener las distancias y llevar mascarilla, le espetan “el coronavirus no existe y eso de los muertos se lo han inventado”.

Se ve que todavía no he perdido la capacidad de asombrarme, aunque a estas alturas de la vida una se espera cualquier cosa.

Así que mientras medio mundo anda preocupado por el virus, consecuencias sanitarias y de todo tipo, otra parte de la población, ignoro cuánta, se empeña en negarlo.
 
Si te acercas hoy a un quiosco y dejas vagar tu mirada puede que encuentres alguna publicación ¡que a la vez que niega la existencia del virus en su portada, ofrece tratamientos naturales antivíricos inocuos y farmacéuticamente útiles!
 
Eso sí, cuesta 4€.

Business is business!
 
Para esa editorial, hacer caja sobre el miedo ajeno es una opción.
Sabe lo fácil que es activar la preocupación en situaciones de alta incertidumbre y cómo una parte de la población responde buscando respuestas que den seguridad.
 
Algunos dirán que es inmoral, yo también lo pienso.
 
Otros pensarán que tal vez lleven razón, “se sabe tan poco”, “hay tantas dudas”, “y si fuera cierto”, etc
Y ya tenemos el camino abonado de la preocupación que para algunos termina en paranoia.

Si para el que vende, negar tiene unos beneficios directos que se cifran en euros, ¿qué beneficio/s tiene para el que lo compra?
 
No es evidente, pero es fácil de entender.

La negación nos aleja del miedo frente a situaciones poco claras o desconocidas.

Negar es una de las estrategias que las personas ponemos en marcha frente a situaciones amenazantes, que nos producen malestar, dolor y sufrimiento.

Negar es una de las fases por las que prácticamente todos pasamos durante más o menos tiempo cuando tenemos que afrontar los efectos abrumadores de una perdida, un diagnóstico médico grave, o que tu marido/mujer te haya dejado plantado/a y con una demanda de divorcio encima de la mesa de la cocina.

La intolerancia a la incertidumbre necesita de respuestas y las personas alérgicas a las dudas van a tratar de resolverlas de alguna manera: o se embarcan en una rumia sin fin, o se apuntan al clan de los negacionistas.

Las dos tienen la misma función: gestionar el malestar, en algunos casos terror, que les plantea la situación.
 
Como cuando un niño de 3 años jugando al escondite, piensa que cuando él se tapa lo ojos, los demás no le ven: “Si el virus COVI 19 no existe y los muertos no son reales, ni yo me voy a contagiar, ni me voy a morir”.
 
Tampoco sería una mala salida, si no fuera por los riesgos que se asumen y se hacen correr a los demás en su entorno.
 
Si estás cansado/a de darle la espalda a tus problemas, mirando para otro lado como si no existieran, no tengo una barrita mágica para borrarlos de un plumazo, no existen los tratamientos antivirales naturales inocuos y farmacéuticamente útiles.
​
Si quieres explorar otra forma de abordarlo creo que te puedo ayudar.
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La ironía es al humor, lo que el vinagre al vino.

19/5/2020

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El vino se puede echar a perder por múltiples razones, incluso el mejor: bacterias que se cuelan, segundas fermentaciones, exceso de luz, cambios bruscos de las condiciones de conservación, etc.

Las personas también. Incluso las mejores.

La vida va repartiendo bofetones a diestro y siniestro, y sin que los veamos venir: tu marido te ha dejado por otra más joven que tú, tu mujer ha fallecido de un cáncer de mama, tus hijos han “desaparecido” en otra cuidad o país,  te has quedado sin trabajo a los 50 o sigues sin haber encontrado una ocupación digna a los 33, la tan anhelada promoción a director de departamento se la ha llevado un novato sin experiencia, sin saber por qué te encuentras sin ganas ni para salir de casa.

Así, tantas historias como personas: divorcios, enfermedades, rupturas, engaños, accidentes, pérdidas de todo tipo que se van presentando y acumulando.
Y para más INRI, se harán más frecuentes a medida que nos hagamos más mayores.
 
Hoy quiero hablar de la historia reciente de mi amiga Teresa.
Como el vino, se ha agriado.
Ya no es la que era.

Se ha volatilizado su gracia.  
Su fino sentido del humor, lo ha remplazado por una ironía agria y tosca.

Una lástima para nosotros, sus amigos.
¡Qué pena por ella!
 
Hace dos años, se llevó un gancho directo a la mandíbula que le dejó KO en forma de diagnóstico médico: cáncer de piel. No sé nada más, salvo que después de una intervención sencilla y un post-operatorio rápido ha vuelto al circuito urbano sin ninguna secuela aparente.

Pero poco a poco vimos como en Teresa se fue instalando el miedo, la preocupación, la fobia al sol, las ropas que envuelven todo su cuerpo incluso en verano, las gafas de sol permanentes, el embadurnarse con cremas protectoras, y siempre acompañada de su inseparable botellín de agua. Elige su lugar de vacaciones en función del índice pluviométrico y las horas de sol, buscando cielos encapotados incluso en el mes de agosto. Rastrea soluciones milagrosas que le garanticen que “eso” no se va a repetir, sometiéndose a una dieta tan estricta como esotérica.
​
La vida de Teresa se ha convertido en un sinvivir de limitaciones, de coartadas, de pretextos y disculpas. Y lo peor, se le ha avinagrado el carácter.

Su fino sentido del humor se ha convertido en un agudo sentido de la crítica.
Su visión, antes cromática, ahora solo distingue entre el blanco y el negro.

Ha reducido la variedad y complejidad de su mundo en dos categorías: los buenos y los malos, los que tienen la razón y los que están equivocados, los que están conmigo y los que están en contra de mí, los que piensan como yo y los que no.

Al final, el brebaje resulta “in-bebible” e invivible: “Yo soy buena, yo tengo razón así que todo el que no piense como yo está equivocado y es malo/a.”

Uff…

Fijada en la rigidez de una serie de reglas que tienen por objeto tranquilizarla frente a un futuro incierto, busca la dudosa certeza de un mundo seguro, bueno y justo que ella misma ha diseñado y ante el que se doblega.
 
Tal vez esta historia no te diga nada, no resuene en ti, no tenga nada que ver contigo.
Si piensas que el mundo debe ser un lugar feliz sin problemas, sin amenazas ni incertidumbres y quieres seguir aferrado/a a esta idea, hay un montón de libros de autoayuda, de psicología llamada positiva y tazas con eslóganes motivacionales a los que recurrir cuando la realidad te falle.
​
Si por casualidad te sientes de alguna forma retratado/a por la historia de Teresa y te entran ganas de volver a la normalidad del mundo real en la que los problemas, las dudas, las enfermedades y las pérdidas son una parte integrante de la vida, tal vez te pueda ayudar.
Haz clic aquí para editar.
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Bienestar subjetivo, y eso para ti ¿qué es? ¿Y para qué te sirve?

13/5/2020

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Con esto de ser felices andamos todo el día con la nariz metida en el ombligo.
Además de ser una postura poco práctica, a la vez que incómoda, no te deja ver el bosque, ni tan siquiera el árbol.

Y te pierdes.

Dicen los que expertos, que cuando te pierdes en un bosque tupido, si no te sabes guiar por el sol y las estrellas, empiezas a andar en círculo.
Vas dando vueltas y más vueltas, te cansas, te agotas, te desesperas hasta que de golpe te das cuenta de que “¡Por ese camino ya pasé”!
​
No avanzas.

Te invaden el miedo y la desesperación, la impotencia y la rabia.
Elevas los puños al cielo, cual Scarlett en "Lo que el viento se llevó", gritas y maldices tu condición, tu mala suerte. Lloras, te angustias, terminas parado/a esperando que pase algo, o que alguien te rescate.

No te quedan fuerzas, o eso crees, porque has agotado la ilusión, las expectativas de que tu mismo/a puedas salir del bosque.

Te estancas.
 
Pero volvamos al bienestar subjetivo.
Veamos para qué te puede servir.
 
Es una valoración, como un termómetro que nos muestra el grado de satisfacción que tenemos con nuestra vida o con determinadas áreas de las que la componen: familia, amistas, pareja, hijos, ocio, trabajo, salud…
 
Esta información en sí misma ni es buena, ni es mala. Solo tu podrás convertirla en algo útil para ti.
 
Si equiparas satisfacción vital con experiencias emocionales, del tipo: “Mi vida es fantástica, porque me siento muy bien en este momento” probablemente eres candidato/a a veleta del campanario que se mueve según sople el viento.

Si lo has pillado, entenderás que es Ídem, si el resultado que obtienes es que “Mi vida es una mierxx”.
 
Si tu objetivo es tener una vida agradable, entrénate  para correr detrás de personas y cosas materiales o sensaciones asociadas con el bienestar, una carrera sin fin.

El antídoto a una vida agradable es una vida significativa, una vida de compromiso contigo mismo/a, un pacto con el tipo de persona que quieres ser, con los valores que te importan, con una manera de ser y de estar que en si misma te da satisfacción a pesar de los vaivenes, de las bofetadas que te vas a llevar, de los baches que inexorablemente ornaran tu camino.

A fuerza de mirarnos el ombligo, olvidamos levantar la cabeza y mirar por donde sale el sol y por donde se acuesta y perdemos las referencias para seguir el rumbo que nos saque del pantano.
​
Si te sienes “perdido/a sin rumbo y en el lodo”, como dice la canción: “que no se te haga tarde”. Hoy, ahora es el mejor momento para empezar o volver a empezar, tantas veces como te haga falta.
 
Hoy es nunca jamás.
 
Si quieres pasarte la vida tumbado/a en la playa escuchando el arrullo de las olas, sintiendo la brisa marina, el graznar de las gaviotas, tomando piña colada, el mejor asesor que te puedo recomendar es una buena agencia de viajes.

Pero si tienes ganas de desempolvar el mapa, buscar el rumbo, recorrer tu camino y subir tu ocho mil, creo que te puedo ayudar.

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El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierdx

8/5/2020

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​El día antes de mi cumpleaños recibí un paquete, contenía 3 libros. Me lo enviaba Ricardo, una persona con la que estoy trabajando. Era un regalo espontáneo, inesperado, ya que Ricardo no sabía que iba a ser mi cumple, pero sí sabía que me gustan los libros y eligió tres temas dando en el centro de la diana.
Así es Ricardo, generoso, cercano, abierto, natural.
 
Hoy de lo que te quiero hablar es de uno de los libros, el de Mark Manson, ”El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda”. Leí el primer capítulo, pintaba bien. Y el último. Me atrajo su título como si fuera un imán: “… y luego te mueres”.
 
¡Qué vértigo! Nunca, pero nunca en mi vida, sentí algo parecido.
 
Yo no sufro lo que comúnmente se llama vértigo, sin embargo, las cuatro últimas páginas de este capítulo me tuvieron paralizada, atornillada al suelo, agarrándome para no caer desde lo alto de los acantilados del Cabo de Buena Esperanza.
Y yo en Madrid, en mi tumbona a unos 50 centímetros del suelo.

¡De locos!
 
Mark va describiendo de manera sutil todos los elementos que componen la experiencia de acercarse andando lentamente, con propósito, al borde del abismo. Las sensaciones físicas que se instalan en su cuerpo, lo que su mente le va gritando.
 
Todos los sistemas de alarma para garantizar su supervivencia se han puesto en marcha. Los míos también.
Se deleita en los detalles, en el esfuerzo que tiene que hacer para vencer las resistencias de su cuerpo y seguir adelante.
 
Y yo voy pasando por las mismas sensaciones, mi cuerpo responde a esa situación de máximo peligro activando todos sus recursos. ¡Cómo si estuviera allí!
 
Siento el miedo, lo localizo en los antebrazos, en las piernas, con una sensación de hormigueo, una enorme pesadez. Siento la respiración corta y agitada, me invade un sentimiento de irrealidad, mi cabeza le grita ¡no sigas, capullo, que te vas a caer!

Pero él, Mark, siguió. Y a mí me invadieron unas ganas enormes de sujetarlo para que parara, o al menos para que se sentara y se fuera acercando a rastras si es que tan importante era llegar al borde.

Pero hay cosas que sólo se pueden hacer de pie.
 
Mark terminó sentado con las piernas colgadas en el vacío y yo agotada con los propioceptores pidiendo piedad y como con unas tremendas ganas de llorar.
 
Así funcionan nuestras mentes, la tuya, la mía, la de Mark.
 
Nos dicen cosas para ayudarnos, para protegernos, para advertirnos… y normalmente les hacemos caso. Y nos quedamos en casa porque, si vas a la fiesta y nadie habla contigo va a ser terrible; y si aceptas ese puesto y descubren que no eres el/la mejor candidato/a va a ser vergonzoso; si le pides el teléfono a Jaime y no te lo da, no podrás volver al instituto; y si fracasas con este proyecto, te quedaras sin trabajo; y si no te va bien viviendo juntos y tendrás que volver a casa de tus padres…
 
Así una y otra vez, disfrazados de bueno consejos, lo que dirigen tus pasos son tus miedos, tus dudas y tus inseguridades, en vez de aquello que para ti tiene realmente sentido, valor y significado.
 
Mark se propuso hacerle un pulso al miedo a la muerte, mirándole a la cara. Nuestra última y más ineludible frontera.
 
Sentir el miedo, notarlo a través todos los poros de la piel, hacerle sitio, seguir caminando, consciente de lo que quieres y con una terrible lucidez de que TÚ eres el que está al mando de tu vida y no tus miedos.
 
Si sientes que se te pasa la vida mientras vas corriendo detrás de cosas que para ti no valen una mierdx, tal vez te toque aprender a mirar a los ojos de lo que temes y darle la mano para seguir adelante. Si no tienes claro, qué vale la pena y lo que te importa una mierdx, tal vez te convenga de empezar a hacer limpieza.
 
Así que si quieres probar a poner “orden” y dirección en tu vida tal vez te pueda ayudar.
La alternativa es seguir como estás y que nada cambie. Tú eliges.
De todas formas, “… luego te mueres".
​
Pero ¿cómo quieres vivir?

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Cuando la vida te está pidiendo a gritos una actualización.

4/5/2020

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Antes tenía un Mac Pro.
 
Yo venía del mundo Windows, pero me parecía que los que tenían Mac eran más jóvenes, más listos, más guapo/as, más cool. Quedaba mejor sacar un ultrabook con su manzanita retroiluminada, una pose más “in”.
 
Así que me dije: “Au diable l´avarice![1]” y me rasqué el bolsillo para comprarme el último modelo. No tardé mucho en darme cuenta de que, ese maravilloso objeto del deseo, tenía más caprichos que un adolescente malcriado.
Cada poco me pedía que le actualizara la versión del sistema operativo y pronto empezó a pedir más: cambiar la versión de software por otra nueva.
Yo, no le podía seguir.
 
Hasta que llegó un momento en que la aplicación de fotos, la que más me interesaba a mí, no me daba las mismas funcionalidades que obtenían otros. Empecé a investigar y resultó que era debido a que mi Mac era viejo, no estaba actualizado y, lo peor, no podía actualizarlo. Mi máquina no estaba concebida para soportar el nuevo sistema operativo.
 
Había caído entre las mallas de la obsolescencia programada. Mi Mac se había convertido en un cacharro viejo, nada cool, y yo con él.
 
Necesitaba un cambio o seguir empantanada sin poder progresar.
 
Ninguna de las dos opciones estaba libre de costes.
Quedarme con la máquina que conocía, en la que tenía organizada la información de los últimos 3 años, y renunciar a disfrutar de las novedades, o volver a pasar la Visa para comprarme lo último de lo mejor que me ofrecía Apple.
 
Al final, la decisión la tomó Apple por mí.
 
Las sucesivas actualizaciones fueron entorpeciendo mi Mac: cada vez tardaba más en arrancar, cada vez era más lento y su tan traída y llevada “experiencia de usuario” se tornó en un fastidio diario que terminó en un divorcio sonado.
Volví a los brazos de Morfeo en forma de un LG super-ultra-ligero con el que te estoy escribiendo.
Tampoco es que fuera barato, pero al menos sentí que me vengaba de Apple; y conste que llevo con la saga iPhone desde el principio con alguna que otra infidelidad con Samsung.
 
A veces cambiar es necesario.

¿Cuándo?
 
Cuando lo que tienes no te alcanza.

Cuando en tu día a día notas que te falta la chispa, que te fallan las fuerzas, que no tienes ganas  de nada, sin dejar de dar vueltas a las preocupaciones y con un insomnio siempre  presente seguido de mañanas grises de cansancio infinito.

Cuando te sientes atrapado/a en una relación personal agotada y agotadora, cuando deploras que la vida no sonríe,  y te da la espalda.
​
Cuando el miedo o la queja se hayan instalados bajo cualquiera de sus múltiples formas.
 
Cuando la vida te está pidiendo a gritos una actualización, tal vez convenga mirar otras alternativas en vez de seguir arrastrándote sin más.
 
“Quién lo probó lo sabe”[2]
 
Si estás atascado/a y quieres seguir avanzando, tal vez, te pueda ayudar.
Si buscas fórmulas mágicas, 10 consejos para reducir tu ansiedad o sugerencia para una vida feliz, de eso no tengo.
​
Tú eliges.

Elegir siempre es una opción, elegir tiene riesgos, elegir requiere valor.
Y a la gente a la que le va razonablemente bien, no es el miedo a equivocarse, si no el valor a asumir riesgos, el que les sirve de guía e inspiración.

Good luck!
 

[1] ¡Al diablo con la avaricia!
[2] Lope de Vega: “Desmayarse, atreverse, estar furioso…”
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    Si te animas a dejarme aquí tu consulta, prometo responderte entre 24/48h horas laborables.

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